Camino a Aleva Dolmen.
Aventura D&D 24/02/2008
Al emprender el camino, los aventureros viajan al sur,
saliendo por el pueblo de Toliee. Al poco tiempo, llegan a un bosque que la
localidad considera encantando. El grupo, sintiéndose un tanto escépticos a las
supersticiones de los pobladores de la región, deciden continuar el camino.
Cuando penetran el bosque, la travesía se vuelve inestable,
la ilusión y la magia reina en este páramo, un olor dulce inunda los sentidos y
el viento silba al pasar por las hojas de los árboles. Las ramas se mecen de un
lado a otro al compás de los sonidos del follaje, la orientación de los
aventureros se vuelve confusa, hasta pareciera que los troncos cambian de
posición. El suelo se encuentra cubierto de hojarasca y musgo, lo que hace
difícil la travesía, ocasionalmente alguno del grupo se atasca en el lodo o se
resbala con la maleza, pero aún así, saben que atravesar el bosque por su
corazón es la manera más fácil de llegar a Aleva Dolmen.
Aleva Dolmen. Las míticas montañas de los señores enanos.
Una formación geológica monumental, que divide reinos y delimita lugares. Una
montaña tan imponente y misteriosa que sólo aquellos con una vívida imaginación
pueden vislumbrar los secretos que esconde, toda una cultura se desarrolló
alguna vez ahí, ahora, las leyendas son las que viven en sus enigmáticas
entrañas. Para este grupo de aventureros, es un buen lugar de exploración donde
esperan encontrar grandes retos y tesoros exóticos.
Después de pasar mucho tiempo en ese bosque cambiante y de
perderse por completo en algunas ocasiones, llegan a un macizo de la montaña
misma, un lugar donde el bosque toca con sus verdes hojas y sus pálidas ramas
las piedras de color negro y terracota, las rodea como queriendo abrazar a esa
monumental roca. A lo lejos, se pueden ver los picos escarpados que se elevan
verticalmente hacia el cielo y se pierden en la bruma celeste.
Los aventureros encuentran un paso entre las rocas que se
interna a manera de sendero a la montaña, han encontrado una forma de entrar. Comienzan
a subir por el pasadizo y al poco tiempo toman cierta altitud. Desde donde
están, la vista al horizonte es espectacular, se puede ver al sur las tierras
bajas, los pantanos y el océano que brilla a la distancia; al este, el monte de
los dragones, un nefasto lugar que la gente suele evitar; al oeste, los
antiquísimos bosques de los elfos y al norte sólo ven la imponente montaña que
parece mostrar su siniestra sonrisa.
Tomando altitud por el sendero de la montaña se puede
apreciar un desquebrajado camino que hace su trazo a través del bosque por el
que caminaban, aunque apenas se aprecia, se puede ver como alguna vez fue una
impresionante carretera. El camino que habían tomado los aventureros para
llegar a donde están, era en cierta manera, el correcto. Ahora continúan su
travesía para internarse en los misterios de Aleva Dolmen.
Al cabo de un tiempo de escalada, llegan a un altiplano
donde se encuentran con una gran puerta labrada en la misma montaña, un par de
columnas se postran a los lados de la puerta decoradas con runas e
inscripciones labradas; la puerta forma un gran arco de aproximadamente seis
metros de ancho por diez o más de alto, aunque se ve deteriorada, se nota la
fina manufactura enana en el fino arte de la labranza, sus guarniciones y
metalurgia que ostenta. La pesada entrada se encuentra cerrada, pero con gran
esfuerzo y fuerza, la empujan hasta que logra moverse, abriéndose sólo lo
suficiente como para librar el paso de cada uno de los aventureros. Al mover
ese pesado monolito, hace un fuerte rechinido de fierro viejo que logra un
estruendoso eco en el interior que únicamente es sofocado por el gran vacío y
la oscuridad que se ve hasta donde la luz permite ver del majestuoso recinto.
La luz que pasa por la abertura de la puerta revela una
inscripción en el suelo, un intricado diseño enano envuelve un título que
introduce al visitante al lugar, con un conocimiento básico del lenguaje enano
se puede leer: “Los pasajes de Tholoi.” Los aventureros avanzan hacia la
desconocida oscuridad, con la curiosa luz de un par de antorchas, develan un
gran pasillo, un inmenso vestíbulo decorado con cientos de altas y gruesas
columnas que se extienden hasta donde se puede apreciar. Al avanzar, se
internan más y más hacia lo desconocido, sin señales de actividad, parece que
el lugar ha estado sin perturbar por cientos de años.
El grupo da algunas vueltas por el interminable vestíbulo,
dando vueltas en la oscuridad buscando por pistas para encontrar algún lugar
para explorar. Cuando llegan al final del pasillo pueden ver otra puerta de
piedra, ornamentada con inscripciones y detalles propios de los enanos, pero
con sobre escritos, tallas y rajas de color en un lenguaje bizarro, letras que
inscriben una advertencia, una maldición o simplemente grafiti. La puerta se
encuentra entreabierta y conduce a un vestíbulo donde se dividen varios
pasillos.
Los pasillos llevan a una serie de habitaciones, deciden
investigar y en los primeros cuartos encuentran poco, vestigios de lo que
alguna vez fueron aposentos de los enanos, cada uno con sus muebles ahora
derruidos. Al investigar uno de los pasillos del fondo, notan que las paredes
se empiezan a teñir de telarañas, algunos insectos rondan por ahí y cuando
llegan al cuarto notan que unos grandes bultos se ven al fondo, investigan y
averiguan que son huevos de araña gigante; al notar esto es muy tarde, pues una
bestia enorme se encontraba asechando desde el techo, una temible araña gigante
los ataca desde las alturas. Las patas son gruesas como los brazos de un hombre
y sus ojos se encuentran encendidos con el fulgor del fuego de las antorchas.
En el forcejeo de la pelea una antorcha cae en un macizo de telaraña, quemando
el bulto, la araña gigante lanza inmediatamente un chillido escandaloso. Uno de
los aventureros embate su espada contra el cuerpo de la araña, aprovechando la
distracción del fuego, el golpe es certero y hace que la bestia retroceda,
hasta llegar a un agujero en el techo. El grupo ha librado la batalla y
abandona el cuarto, dejando el que el fuego termine con el resto del nido.
Afuera en el pasillo, el centro lleva a una habitación
principal, hay una puerta entreabierta. Al acercarse, ven un mínimo fulgor que
se asoma por algunas de las rajaduras de la madera. Empujan la puerta y
haciendo un seco rechinido se abre, en el centro ven un grupo de personas
quienes los esperan pacientemente, es evidente que los habían escuchado y
decidieron esperar a que llegaran al lugar. La habitación es un amplio
recuadro, con techos decorados y una entrada al fondo, en el centro cuelga un
candelabro que cuenta con unas pocas velas que emiten una tenue flama verde, el
contraste de luz que emiten las antorchas del grupo, iluminan lo suficiente
para observar todo a detalle.
El conjunto de personas que se encuentran en la habitación,
visten opulentamente, sus ropas de colores oscuros con detalles rojos, morados
e hilos plateados, brillan cuando golpea la luz de las antorchas, tienen el
cabello blanco y radiante, algunos portan joyería en sus intrincados tocados y
otros portan distintivos en sus pechos y brazos, eso sí, armados hasta los
dientes. Lo que resalta más es su piel oscura, como el azul morado de la noche
cuando hay luna llena, sus ojos brillan con el danzante fulgor de las flamas y
en un unísono grito de batalla, se lanzan con sus armas al frente, salvajemente
atacando al grupo. Los Drow no son adversarios que se toman a la ligera.
El combate cuerpo a cuerpo acalora la habitación y el embate
de los aceros estremece en ecos por los pasillos vacíos de Aleva Dolmen. En un
acto abrupto, una onda de energía tumba a los enemigos, cuando el mago del
grupo de aventureros lanza un conjuro, una luz emana de sus manos y un par de
Drow corren hacia la oscuridad. La batalla continúa hasta que un solo Drow se
mantiene en pie, agitado por el combate, su cabello cuelga de un lado de su
cara, su semblante de fiera indomable refleja una maldad innata, en cada mano sostiene
un par de espadas curvas adornadas con finas tallas en las hojas, su largo
abrigo llega por debajo de sus rodillas y con un despavorido grito, se lanza contra
el grupo de aventureros.
Uno de ellos recibe las dos espadas con un atraco de su
hacha, mientras que otro golpea el costado del Drow con su daga, hasta el
paladín golpea con su destellante espada el cuerpo del enemigo, el mago lanza
unas flechas arcanas de las punta de sus dedos. La pelea dura unos minutos,
pero el Drow resiste lo más que puede, pero la cantidad de golpes es demasiada
por lo que cae rendido después de otorgar un formidable combate.
Los aventureros, cansados por la pelea, después de un
momento se reincorporan. Pueden ver los cuerpos que yacen inmóviles en el suelo
y como la sangre empapa algunas de las cosas que hay en la habitación. En un
rincón, escuchan un suspiro, en una jaula se encuentra un enano.
Liberan al viejo enano de su prisión, un poco débil y
trastabillando, se irgue en pie por primera vez en quién sabe cuánto tiempo. Su
espesa y enmarañada barba cubre su rostro al mezclarse con su largo y cenizo
cabello, sus ojos rematados con grandes cejas transmiten un sentido de
tristeza, sus ropas rasgadas y sus manos negras indican que fue prisionero por toda
una época.
El enano les cuenta que hacía mucho tiempo su gente excavaba
la montaña por materiales de construcción, metales finos y gemas, cuando
encontraron una serie de grutas naturales que se internaban hacia las entrañas
de la tierra. Al poco tiempo, fueron atacados por una horda de Drow y aniquilaron
a todo su pueblo, sólo a él lo dejaron vivir, pues era un jefe de constructores
y podía asistir a sus nuevos amos a establecerse en la ciudad.
Que destino tan funesto es sobrevivir a una catástrofe como
esa, sólo para servir a los que asesinaron a todos los que alguna vez conoció.
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